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Querido Papa Francisco

El recuerdo y la oración “laica” de una no creyente.

Luciana: una vida para la fraternidad

Una de las primeras personas sin referencia religiosa que desde su primer contacto con Chiara Lubich, construyó con ella un camino de dialogo profundo entre personas creyentes y no creyentes, convirtiéndose en un verdadero referente dentro del Movimiento de los Focolares.

Junto a su marido Nicola compartió una intensa historia de compromiso político y social, marcada por su militancia en el Partido Comunista Italiano. En 1971 fue elegida concejal municipal en Abbadia San Salvatore, su ciudad natal. Vivió siempre con rigor y coherencia sus ideales de justicia social.

Persona sin referencias religiosas, encontró en las profundas relaciones con la comunidad del Movimiento de los Focolares y en el encuentro personal con Chiara Lubich, en 1995, una plena sintonía con el Ideal de la unidad, que abrazó con entusiasmo hasta su fallecimiento el 18 de marzo de 2025. Desde entonces se implicó con decisión en el diálogo con todos, tejiendo lazos de fraternidad más allá de las creencias.

Luciana con la Comisión Internacional para el Diálogo entre Personas de convicciones no religiosas (Planina 2014)

Participó activamente en numerosas iniciativas que buscaban tender puentes, comenzando con las llamadas “Cirocenas”: cenas temáticas seguidas de momentos de reflexión compartida alrededor de un tema propuesto. Colaboró también en la organización de diversos congresos internacionales de diálogo entre personas de convicciones diversas, entre los cuales: “En diálogo por la paz”, “La conciencia y la pobreza” y “Mujeres y hombres hacia una sociedad solidaria”. Siempre con la convicción de que solo juntos, todos, se puede construir un mundo más humano.

Luciana sentía una gran admiración por el papa Francisco a quien pudo conocer personalmente. Con él compartió algunos momentos, también a través de cartas personales. Junto a muchos amigos no creyentes fue invitada por el papa Francisco a participar en una audiencia. La alegría y la emoción en todos fue grande y profunda.

Luciana con amigos de convicciones no religiosas en el Vaticano (2021)

Luciana fue una persona muy querida y animó a muchos a comprometerse con la fraternidad universal. En su última conversación con una amiga cercana, le decía: «¿Sabes?, este diálogo entre personas de convicciones no religiosas, no nació para convertir a los no creyentes, sino porque con Chiara comprendimos que un mundo unido se construye con todos: “Que todos sean uno”. Si excluimos incluso a uno solo, ya no somos todos».

Deja como legado una vida auténtica de compromiso con los más vulnerables junto al deseo de ser instrumento de unidad y fraternidad, tal como sintió que Chiara Lubich le había confiado. El encuentro con jóvenes que, como ella, sienten este compromiso, le alegró la última etapa de su vida, consciente de que este camino de diálogo abierto en el Movimiento de los Focolares, no se detendrá.

Luciana con Raone (2025)

En quienes la han conocido, ha dejado una profunda huella que llevarán impresa en sus corazones. Algunos testimonios lo reflejan:

«Luciana viene del latín Lucianus, que significa “luminoso”. Seguramente su vida seguirá resonando en la vida de muchos. Definitivamente en la mía.»

«Siempre ha habido un gran respeto mutuo entre nosotros y aunque a veces pensábamos de forma diferente, nunca discutíamos porque lo que nos unía era mucho más fuerte: querernos de corazón y escucharnos profundamente. Tengo una inmensa gratitud en mi corazón por el regalo de esta relación con Luciana que me ha hecho mejor como persona y como creyente.»

«Agradecida por todo lo que nos enseñó, por su fidelidad a los ideales de justicia social, paz, solidaridad,… que la llevaron a considerar los derechos de los demás más importantes que los propios. Una atea que creía firmemente en el ser humano y en su capacidad de superación. Sensible al sufrimiento ajeno, se entregaba generosamente por ayudar y acoger. Se «gastó» por la fraternidad.»

«Pocos días antes de su muerte fuimos a visitarla desde Barcelona. Fueron momentos inolvidables en los que, a pesar de no tener casi voz, no dejaba de animarnos para vivir y llevar adelante este diálogo. No parecía una despedida, aunque lo sabíamos. Incansable, nos confiaba su corazón. La vimos vivir sus últimos momentos sin un lamento y construyendo relaciones con todos los que se acercaban, ya fueran del personal del centro o amigos, que no la dejaron sola en ningún momento.»

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